El alma es un espíritu que Dios le dio al hombre y que no tiene sustancia material como el cuerpo: no puede verse ni tocarse.
Y junto con el cuerpo, que efectivamente es lo que lo anima, constituye al ser humano.
El alma nos hace creer, pensar, vivir y amar teniendo una vida propia única para cada hombre creada por Dios a imagen suya.
El catecismo enseña que el alma es un espíritu inmortal que Dios ha creado a su semejanza para estar unida con el cuerpo y es inmortal, es decir, que ha tenido un principio, pero que no tendrá fin.
El cuerpo depende de nuestros sentidos a diferencia del alma que no está al alcance de nuestros sentidos pues no tiene cantidad, extensión y es inmaterial.
El alma se manifiesta mediante la razón, el amor, la reflexión, la comprensión, etc. lo mismo que por medio de la Sagrada Escritura.
El alma es una substancia espiritual y posee facultades propias de ella como ser:
- la razón que le permite percibir y expresar las ideas abstractas relativas a los seres inmateriales como la idea de Dios, la idea del bien y del mal, la idea de la justicia, etc.
- la voluntad con la que el hombre puede elegir, entre las acciones posibles, aquellas que le parezcan más de acuerdo con un ideal determinado o con la ley moral tal como la concibe o con las condiciones que según su modo de ver determinan la felicidad.
Tener conocimiento de estos fenómenos es gracias a la facultad del alma que llamamos inteligencia.
En la Sagrada Escritura se nos revelan otras características del alma como la inmortalidad a la cual el alma está destinada si es fiel a la gracia .
La ciencia demostró que el alma no es ninguna función del cerebro pues es espiritual y no se puede encontrar ni ubicar.